Residencia de Personas Mayores "El Carmen"
Dice el diccionario que el voluntario es la persona que hace cosas por espontánea voluntad y no por obligación o deber; también asegura que es aquel que obra por capricho, sin esperar nada a cambio. Pero quizás, detrás de esta definición exista algo todavía más obvio, el voluntario es alguien capaz de compartir parte de su tiempo libre y su historia con otras personas que, por determinadas circunstancias, se encuentran solas y desvalidas.
Estas personas que comparten, que conviven, que respetan, que comprenden al que los años merma, sin que su cabeza se corresponda, a veces, con lo que su cuerpo desea. Ser voluntario está mucho más allá de dar compañía, hacer recados o compartir vivencias y recuerdos; ser voluntario es una opción, una decisión de la propia conciencia y, por supuesto, la mejor manera de combatir la soledad para el que lo recibe y para quien lo ofrece.
Además, no debemos olvidar que el deseo de compartir y ayudar no tiene edad, como el amor. No sería justo reprimir a nadie las ganas de hacer algo por los demás en una sociedad como la que estamos viviendo. Por este motivo, deseamos hacer un llamamiento a esas personas que, aún siendo mayores, les queda tanta vida y tanto tiempo para compartir con los demás mayores que se encuentran en situación de dependencia. Desde aquí, les invitamos a que, una pequeña parte, lo compartan con ancianos que padecen una enfermedad grave, pero curable: la soledad.
Hoy día los mayores disponen de una gran variedad de actividades en los centros de día y magníficos viajes que los han llevado a conocer lugares nunca antes visitados por ellos, pero no menos importante es ayudar a estas personas mayores que necesitan momentos de compañía y amistad, momentos donde una caricia de cariño alivia la soledad.
Sin embargo, no debemos olvidar que los mayores necesitan, a veces, mucho más que una compañía que les alivie su soledad. En la mayoría de los casos, esa ayuda solidaria debe complementarse con la labor de profesionales sanitarios que hagan frente a otras enfermedades que acarrean los años y a las que un voluntario no debe enfrentarse, ya que su labor no se puede considerar como mano de obra barata. Por este motivo, apostamos por un voluntariado organizado y formado, capaz de distinguir cuáles son sus derechos y deberes, dejando a un lado lo que solo puede mejorar un experto.
Y esta cuestión es la que nos ha hecho potenciar el voluntariado en nuestras residencias de mayores donde la situación se recrudece aún más. Es fundamental la labor de los voluntarios en estos centros en los que los ancianos, siempre arropados por el cariño de los profesionales que trabajan allí, se reconfortan con la llegada de aquellos que, simplemente por cariño, les visitan. Es fundamental hacer de las residencias lugares cercanos, abiertos a todo el mundo, a jóvenes y menos jóvenes, a familiares y amigos, a vecinos y visitantes, a todos los que deseen compartir y ofrecer un momento especial.
Estas personas que comparten, que conviven, que respetan, que comprenden al que los años merma, sin que su cabeza se corresponda, a veces, con lo que su cuerpo desea. Ser voluntario está mucho más allá de dar compañía, hacer recados o compartir vivencias y recuerdos; ser voluntario es una opción, una decisión de la propia conciencia y, por supuesto, la mejor manera de combatir la soledad para el que lo recibe y para quien lo ofrece.
Además, no debemos olvidar que el deseo de compartir y ayudar no tiene edad, como el amor. No sería justo reprimir a nadie las ganas de hacer algo por los demás en una sociedad como la que estamos viviendo. Por este motivo, deseamos hacer un llamamiento a esas personas que, aún siendo mayores, les queda tanta vida y tanto tiempo para compartir con los demás mayores que se encuentran en situación de dependencia. Desde aquí, les invitamos a que, una pequeña parte, lo compartan con ancianos que padecen una enfermedad grave, pero curable: la soledad.
Hoy día los mayores disponen de una gran variedad de actividades en los centros de día y magníficos viajes que los han llevado a conocer lugares nunca antes visitados por ellos, pero no menos importante es ayudar a estas personas mayores que necesitan momentos de compañía y amistad, momentos donde una caricia de cariño alivia la soledad.
Sin embargo, no debemos olvidar que los mayores necesitan, a veces, mucho más que una compañía que les alivie su soledad. En la mayoría de los casos, esa ayuda solidaria debe complementarse con la labor de profesionales sanitarios que hagan frente a otras enfermedades que acarrean los años y a las que un voluntario no debe enfrentarse, ya que su labor no se puede considerar como mano de obra barata. Por este motivo, apostamos por un voluntariado organizado y formado, capaz de distinguir cuáles son sus derechos y deberes, dejando a un lado lo que solo puede mejorar un experto.
Y esta cuestión es la que nos ha hecho potenciar el voluntariado en nuestras residencias de mayores donde la situación se recrudece aún más. Es fundamental la labor de los voluntarios en estos centros en los que los ancianos, siempre arropados por el cariño de los profesionales que trabajan allí, se reconfortan con la llegada de aquellos que, simplemente por cariño, les visitan. Es fundamental hacer de las residencias lugares cercanos, abiertos a todo el mundo, a jóvenes y menos jóvenes, a familiares y amigos, a vecinos y visitantes, a todos los que deseen compartir y ofrecer un momento especial.